La fibromialgia se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado que se acompaña de una sensación de presión en puntos específicos del cuerpo. Quienes lo padecen visitan a varios médicos en busca de una solución que mitigue el problema; lamentablemente, pueden pasar varios meses, o años, antes de tener un diagnóstico.
Ese fue el caso de Adriana Niño de Rivera, quien desde muy joven sentía un dolor que no se parecía a ningún otro. Visitó médicos generales, buscó medicina alternativa y acudió con varios especialistas hasta que por fin le dijeron que lo que ella tenía era Fibromialgia, un padecimiento tan fuerte y desgastante que la incapacitaba durante varios días.
La fibromialgia ocasiona intenso dolor tanto en los músculos como en el tejido fibroso (ligamentos y tendones). Es una enfermedad más frecuente de lo que se piensa, la padece entre el 2% al 6% de la población, sobre todo mujeres. Puede presentarse como única alteración (fibromialgia primaria) o asociada a otras enfermedades (fibromialgia concomitante).
Cuando las personas buscan ayuda médica suelen decir: “me duele todo”, y es correcta esta apreciación, porque la presión se puede llegar a sentir como quemazón o dolor, o ambas al mismo tiempo. El malestar puede incrementarse en función de la hora del día, la actividad física, el clima e inclusive el nivel de estrés.
Mi lucha con la fibromialgia
Antes de tener el diagnóstico, además del dolor, Adriana sentía cansancio, trastornos del sueño y algunos días ansiedad o depresión, como suelen sentirse la gran mayoría de quienes padecen esta enfermedad.
También son muy frecuentes síntomas como poca tolerancia al esfuerzo, sensación de rigidez generalizada, inflamación en manos y pies, hormigueo en el cuerpo, dolor de cabeza, colon irritable y sequedad en la boca y los ojos, entre otros.
Cuando Adriana supo lo que era, comenzó un tratamiento integral que poco a poco comenzó a tener resultados. Hay días buenos y días malos. No siempre se siente del todo bien, pero ahora que sabe lo que es, puede afrontarlo.
En esta búsqueda por la mejoría decidió compartir su experiencia, para que otras personas que han sufrido lo mismo también puedan encontrar un camino.
“La lucha de vivir con fibromialgia es larga, intensa e incierta. No se cura, pero hay maneras de estar mejor. Me considero resiliente. Los resilientes sabemos de hábitos, de recursos y herramientas insospechadas, pero sobre todo de actitud. Recuerden que en la vida hay de dos: te das por vencido o sigues adelante. Si yo pude, cualquiera puede”, afirma Adriana.
Causas y tratamiento
No se conoce a ciencia cierta qué es lo que causa esta alteración. Algunos especialistas han encontrado que hay muchos factores implicados.
Existen personas que desarrollaron la enfermedad sin alguna causa aparente, mientras que en otros casos inicia a causa de procesos relacionados con una infección bacteriana o viral. También puede desencadenarse tras un accidente o como parte de alguna otra enfermedad como la artritis reumatoide.
Como explica Adriana, la enfermedad no tiene curación definitiva, pero el tratamiento que se sigue puede disminuir el dolor y mejorar los síntomas que lo acompañan para tener una mejor calidad de vida, lo cual sí se consigue en la mayoría de los casos.
Los analgésicos ayudan a disminuir el dolor, pero únicamente deben tomarse bajo supervisión médica. También suelen prescribirse los relajantes musculares y, en casos más severos se recomiendan ciertos fármacos antidepresivos porque aumentan el nivel de serotonina.
Adicionalmente se le sugiere al paciente que trate de tener un sueño reparador que, de ser posible, duerma en una cama que no se excesivamente dura o blanda, con almohadas que apoyen cómodamente la cabeza; que se mantenga hidratado y que mantenga una alimentación saludable, sin exceso de sal o azúcares; que evite los cambios bruscos de temperatura así como los ruidos y las luces extremas.